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si es amor que sea de cine

EN EL AMOR EL BIEN DEBE SER EL BIEN Y EL MAL DEBE SER EL MAL

Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)

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¿Por qué escribir sobre el thriller Confessions[1] (Japón, 2010) en un espacio sobre el amor de dos en el cine? No es una película acerca del amor de la pareja. Es una película sobre el derecho de respuesta como responsabilidad social, el derecho de responder de la profesora de secundaria (impresionante y extenso monólogo inicial) a la que le han asesinado a su única y pequeña hija en búsqueda de notoriedad, de reafirmación mal entendida, de suerte de soberbia y de vanidad, entre más. Supuestamente un alegato en cuanto a la venganza (y en contra del sistema de justicia japonés en cuanto a los menores de edad) y de allí quizás su penúltimo parlamento justificativo y extirpable (por suerte sólo en apariencia el último, dado que lo último que se escucha es una reiteración, sin duda clave, en off).

Pero este amor, el de pareja, su preámbulo, no deja de estar presente en el film. Y lo está de uno de los peores modos: Por medio de una supuesta convergencia entre incomprendidos, entre víctimas circunstanciales de un mismo grupo de escolares adolescentes de trece años. Por medio de una solidaridad mal entendida, por medio de un sentido tergiversado de la comprensión: La de la adolescente delegada del aula hacia uno de sus compañeros: un asesino en potencia, condición de criminal que no es desconocida por el colectivo de estudiantes al que pertenecen que ha comenzado a acosarlo, y luego también a ella porque creen los ha puesto en evidencia ante el nuevo profesor.

Resulta evidente que la vida no es en luz y sombra sino que existen los infinitos matices de las claridades y de las penumbras. Evidente que en general hay que rechazar los extremos: Ese rechazo no puede ser en absolutos: En cuanto a lo esencial humano el bien es el bien como el mal es el mal. Y hay que rechazar el mal, distanciarlo de uno porque el mal contamina. Sumar sin absolutos que el mal casi nunca se redime, su redención suele ser excepción de excepciones y, en efecto, ésta pasa por el haber recibido respuesta.

Señalar lo tanto anterior en cuanto al amor de pareja es una razón cierta para escribir en este espacio sobre Confessions. Mas hay mucho más: se trata de una película extraordinariamente bien realizada, premiada y reconocida, llena de giros, de sorpresas, y una de las más críticas, complejas, oscuras, ácidas, crueles, tensas, expectantes y desagradables que he visto, una de las más diseccionadoras y más directas en cuanto a mucho de lo peor de la naturaleza humana. Una película de cambiantes lentes de aumento microscópico sobre la condición de humano y de animal del ser. Un film marcado por lo modular reiterativo por medio de las confesiones de los varios protagonistas –y es que si de modo formal la protagonista es la profesora, lo cierto es que los tres alumnos y las madres de dos de ellos tienen presencias actorales principales dada su importancia para lo que ocurre–. Un film con varias de las escenas más desgarradoras que he presenciado en el cine.

No estamos ante un melodrama se trata de una auténtica tragedia que denuncia con crudeza la deshumanización: Brutal hasta las entrañas, de las que se rechazan desde el estómago.

Y deseo ser muy rotundo, muy enfático y ante todo muy claro: Lo que está bien está bien y lo que está mal está mal haya hecho lo uno o lo otro quien lo haya hecho. Y así debe ser para cada uno de nosotros –en realidad debiera ser así para todas y todos– los que sabemos que vivir en plenitud es vivir en conciencia. El amor no es azar, es elección.

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[1] Confessions (Kokuhaku, Japón, 2010, 106 minutos, color en tonos azulados y grises). Director y guionista: Tetsuya Nakashima (sobre la novela de Kanate Minato). Protagonista: Takako Matsu (profesora). Con: Yoshino Kimura (madre de Naoki), Yukito Nishii, Kaoru Fujiwara (los dos estudiantes), Ai Hashimoto (la estudiante), Masaki Okada (nuevo profesor). Fotografía (de lo más elogiable, con entre otras la inclusión de la técnica del videoclip): Shoichi Ato, Atsushi Ozawa. Música (banda sonora sobresaliente): Toyohiko Kanebashi, Boris Radiohead. Entre otros galardones: Premio a la mejor película, director, guión y editor de la Academia de Cine de Japón en el 2011 y seleccionada por ésta para competir por el Oscar a la mejor película extranjera (después no fue de las cinco seleccionadas), alabada por los críticos, cuatro semanas seguidas número uno en las recaudaciones niponas y uno de los filmes más taquilleros del año. En España puede conseguirse en DVD.

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