Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)
Elegí ver Blues harp[1] (armónica de blues) porque, entre varias razones, era una película de yakuzas, más bien por ser un thriller, y uno japonés, también de modo determinante por tratarse de una versión original subtitulada en castellano: Resultó ser mucho más.
No conocía (o cuando menos no reconociblemente) algo del director, Takashi Miike (de profusa filmografía y muy controvertido, una de sus creaciones Premio del Público Sitges 2010), que realizó Blues harp en 1997 (está catalogada como de 1998). Tengo especial predilección por el cine de gansgters japonés después del norteamericano al que muchas veces no tiene algo que envidiar o sobrepasa por sus fuertes implicaciones sociales. Desde luego una filmografía mejor en este género que la de casi todos los otros países y comparable en niveles, por ejemplo, a la francesa, aunque por supuesto muy diferente a todas las similares de Occidente.
Relato con frecuencia que en los años sesenta, durante mi adolescencia, en Camagüey, el cine teatro Principal (hoy el teatro de la ciudad) exhibió durante una semana una selección de filmes japoneses de gangsters, de sobresaliente calidad, y que tuvo el atractivo para mí de que, no teniendo dinero para ir (escapándome de las clases nocturnas probablemente secundarias) cada noche al patio de butacas, subí por primera vez a la galería, un tercer piso empinadísimo y del que se contaban todo tipo de historias por la ciudad (y que yo encontré sólo emocionante porque si resbalabas, dado el pronunciado declive, podías terminar incrustado en alguna butaca de la platea; lo que constituyó una cierta decepción).
Desde ese ciclo el cine japonés, cinematografía que puede que ya conociera por películas de samuráis, por algunos de los grandes clásicos, ha sido uno que me ha atraído de manera poderosa. Ya de antes recordaba actrices del cine japonés en el cine norteamericano o en el inglés; como Machiko Kyo por la publicidad de La casa de té de la Luna de Agosto[2] (EE.UU., 1956) y, con anterioridad, de ese monumento cinematográfico que es Rashomon[3] (Japón, 1950) donde se muestra poderosa, y que nacida en 1924 pareciera hoy, en este 2011, aún sigue activa teatralmente o hasta no hace demasiado; y la encantadora Yoko Tani (de ascendencia japonesa y en realidad nacida en Francia: París, 1928/1999) de El viento no sabe leer[4] (Gran Bretaña, 1958).
Después de ver Blues harp, buscando, he encontrado en film affinity: “Género: Drama. Thriller. / Crimen. Yakuza & Triada.” “Sinopsis: Un ambicioso yakuza llamado Kenji que ha recibido una paliza por parte de un grupo mafioso rival, es ayudado por Chuji, un joven camarero de un bar musical, que despista a sus perseguidores, le cura las heridas y lo esconde en su casa. Pese a que Chuji también se dedica a vender la droga que los enemigos de Kenji le suministran, nacerá entre ambos un fuerte vínculo y Kenji sentirá por él algo más que amistad.” En verdad se trata sólo de la sipnosis del comienzo de la película, y no menciona al personaje de la muchacha, Tokiko (con un trabajo muy convicente de Saori Sekino), que es quien de hecho cura a Kenji (un imponderable Seiichi Tanabe, no extraña que sea un actor premiado dentro de su país), y que se convierte, ella, en la pareja de Chuji (espléndido Hiroyuki Ikeuchi), historia de amor, algo a trompicones, que permite a éste encontrar su lugar en el mundo. No es la única historia relacionada con el amor o con la pasión o con el sexo o con todo a la vez de este film que está lleno de sub-tramas. Los sentimientos de Kenji hacia Chuji, unos que lo llevan a arriesgarlo todo, por ejemplo, recorren la película. Soterrados, transgrediendo los propios límites de Kenji. Desconcertando a Chuji, inquietándolo. Del mismo modo que Kenji transgrede otros límites, quizás menos conscientes, al acostarse con la amante de su jefe, del mafioso Hanamura, en búsqueda de quedarse con su organización criminal. De las mejores escenas de la película, y lo excelso es numeroso, ésa del baño en que Kenji se lava ferozmente los dientes y se ducha con igual ferocidad para quitarse de encima las huellas de la bellísima mujer (lástima no poder precisar el nombre de la actriz) con la que acaba de hacer el acto sexual, momento que la mujer presencia al entrar en el baño porque sangra al menstruar. De lo mejor también las varias escenas musicales, y la música de la armónica. Los ritmos cinematográficos. Las actuaciones todas.
He elegido Blues harp en especial para referirme a los celos en las relaciones humanas. Los celos de un personaje secundario que hace de guardaespaldas de Kenji (quizás su hermano, de tortuosos sentimientos no del todo definidos) son el resorte trágico que convertiría a la historia en trágica si el personaje principal fuera el yakuza de baja escala y no el camarero devenido en músico. Porque la historia dentro de lo dramático es un melodrama dado que el género lo define el personaje principal: Chuji, y éste tiene una salida final en positivo. Los celos son de los sentimientos humanos más negativos, han marcado la historia del desarrollo humano, tienen desde siempre una presencia extraordinaria en lo íntimo, en lo personal, en lo social, en lo público. Y si bien es casi imposible, o absolutamente imposible hasta la actualidad, no sentirlos si se ama, deben estar sometidos a la razón y no a la visceralidad, férreamente controlados desde una conciencia solidaria que priorice al otro de la pareja y que no impida las armonías más bienhechoras. El amor no es definición de canes amaestrados.
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[1] Blues harp (Japón, 1998, 107 minutos, color). Director: Takashi Miike. Guionista: Toshihiko Matsuo, Toshiyuki Morioka. Protagonista: Hiroyuki Ikeuchi. Coprotagonista: Seiichi Tanabe (la mejor actuación de la película). Destaca: Saori Sekino. Fotografía: Hideo Yamamoto. Música: Atsushi Okuno (que también aparece en la película).
[2] La casa de té de la Luna de Agosto (The Teahouse of the August Moon, EE.UU., Metro Goldwyn Mayer, 1956, 123 minutos, color). Director: Daniel Mann. Guionista: John Patrick (de su obra teatral). Protagonistas: Marlon Brando, Glenn Ford, Machiko Kyo. Fotografía: John Alton. Música: Saul Chaplin.
[3] Rashomon (Japón, 1950, 83 minutos, blanco y negro). Director: Akira Kurosawa. Guionistas: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto. Protagonistas: Toshiro Mifune, Masayuki Mori, Machiko Kyo. Fotografía: Kazuo Miyagawa. Música: Fumio Hayasaka. Oscar a la mejor película de habla no inglesa 1951, León de Oro de Venecia, 1951, entre más. Obra maestra. Película de culto.
[4] El viento no sabe leer (The Wind Cannon Read, Reino Unido, Rank Organisation, 1958, 115 minutos, color). Director: Rhalp Thomas. Guionista: Richard Mason (de su novela). Protagonistas: Dirk Bogarde, Yoko Tani. Fotografía: Ernest Steward. Música: Angelo Francesco Lavagnino.
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