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si es amor que sea de cine

LOS DÉBILES SON PELIGROSOS PARA LA INTEGRIDAD DEL OTRO

Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)

 

Suave es la noche (Tender Is the Night) es el título de una de las cinco novelas del escritor norteamericano, portavoz de la llamada “Generación Perdida” asociada a la Primera Guerra Mundial, F. Scott Fitzgerald (1896/1940); de la publicada en cuatro entregas entre enero y abril de 1934 en la Scribner’s Magazine; y de la película(1) de 1962, basada en esta obra literaria, dirigida por el soberbio y cada vez más revalorado Henry King, de hecho la que cierra su filmografía, recién editada en DVD en este 2010 en España.

La novela de Fitzgerald, uno de los más ilustres escritores norteamericanos de todos los tiempos, centrado en expresar el desencanto de los jóvenes de su generación, tiene como inicio un fuerte componente autobiográfico: su mujer Zelda Sayre Fitzgerald, esquizofrénica, fue hospitalizada en un sanatorio en 1932, tal como la joven y rica Nicole, principal personaje femenino de Suave es la noche, obra que tiene como protagonista de ficción al prometedor psicoanalista, y pronto esposo de su paciente, Dick Diver, su plenitud y descenso.

Mas, Suave es la noche no es una película sobre la esquizofrenia, no profundiza en la enfermedad y en sus síntomas y sus consecuencias ni en un método o métodos de tratamiento, y si alguien lo percibe es quien ha convivido con una persona esquizofrénica y se ha visto sorprendido por una de sus crisis y con un cuchillo clavándose en la madera y rozándole el cuello, o ha despertado en medio de la noche porque su mano ha tropezado debajo de la almohada común una afiladísima navaja.

Esta película, incluso, por ser fiel al estilo de Henry King de potenciar un narrador observador, un “observador exterior” consecuente con el modelo del relato clásico de conocimiento omnisciente anterior de los sucesos, y por utilizar la pantalla ancha para encuadres amplios, no aproximativos ni opresivos, algo desaprovecha las grandes dotes actorales de Jennifer Jones, no sólo porque las escenas que muestran los estallidos de esquizofrenia pudieron ser más, sino porque pudieron ser filmadas de modo más explícito en cuanto a las desfiguraciones mímicas (la mímica del rostro) temporales que la enfermedad provoca, y porque pudieron ser más y más violentas, más intensas.

En todo caso, en efecto, el film no es acerca de la esquizofrenia sino sobre el amor de la pareja. Y se centra en lo peligrosos que son los débiles para los fuertes, y en el riesgo para los fuertes de permitir, de permitirse una inversión y de convertirse en un débil. Porque el originariamente débil, por dependiente, suele ser una persona manipuladora, y si obtiene seguridad y poder incluso se suele desinteresar de quien ha venido dependiendo, lo que tantas veces le lleva a ser cruel y/o a prescindir del otro.

Los débiles (no hablo en término sociales, no me refiero a los desposeídos) no son ni racionales ni solidarios (y excepciones siempre habrá), incluso los que de ellos entran en la categoría de buenas personas, desde su debilidad tienden a ponerse primeros a sí mismos.

Los débiles son abanderados de los supuestos privilegios de la fragilidad.

A la par la película se centra, y éste es su otro gran tema, en lo riesgoso para el fuerte, y para la relación de pareja, de ser idealizado de inicio (de hecho el guión lo subraya en más de una escena), porque, entre más, la convivencia termina arrasando con cualquier idealización. Y hasta termina arrasando, de tenerse capacidades, logros, experiencia, trayectoria, con los valores que sí posee el fuerte, el idealizado. Y me permito señalar, colateralmente, que los fuertes no necesitan idealizar para amar a alguien, son los débiles quienes idealizan, entre por tantas razones, para poder justificarse en su dependencia; idealizan, y se justifican así, mientras se fortalecen, acumulan, añaden, se hacen y hacen.

Suave es la noche reúne a cinco grandes actores: Jennifer Jones (1919/2009, con quien la crítica a lo largo de su desempeño cinematográfico no siempre ha sido justa), Joan Fontaine (1917), Jason Robards Jr. (1922/2000; en el protagonista), Tom Ewell (1909/1994) y Paul Lukas (1891/1971), y a una Jill St. John (1940) notable; los tres primeros, ganadores del Oscar por otras películas; el cuarto, ganador del Globo de Oro (por La tentación vive arriba, con Marilyn Monroe); y el quinto, también ganador de un Oscar (el húngaro nacionalizado norteamericano, Lukas, lo obtuvo por Alarma en el Rhin, con Bette Davis). Y los reúne a un altísimo nivel en la caracterización, acciones e interrelaciones de los personajes, al punto de que dos actores que no son de mis preferidos, como Robards Jr. y Ewell, debo reconocer que están del todo magníficos.

Las dos principales actrices, sus presencias, son de excepción: Una Jennifer Jones, ya con más de cuarenta años de edad, que logra ser una adolescente, una joven en las escenas que lo requieren, y que muestra la evolución de un personaje que va de la desprotección, la locura, la dependencia a una posible curación y a una madurez donde ya fortalecida comparte a los espectadores desde el desamor hasta la desilusión y la amargura, desde la dureza en sus determinaciones hasta, también, por último, las dudas. Una Joan Fontaine en una de las mejores caracterizaciones de su carrera, en ese personaje de la hermana mayor riquísima, tutora omnipresente, superficial, cínica, despreciativa, cruel, camaleónica.

Ah, sus rostros, los rostros de los personajes que no de los actores (en especial en los casos de Jones, Fontaine, Robards Jr. y Ewell) como cuadros de la naturaleza humana si fueran detenidas las diferentes imágenes para exponerlas como fotografías.

La película un momento antes del final, al referirnos la decisión del personaje principal (que es el que determina el género escénico), intenta hacernos pasar por un melodrama, con una futura probable recuperación positiva del psiquiatra, lo que es una tragedia devastadora.

No conozco como lector la totalidad de la novela de Fitzgerald, una que ya no leeré completa porque he ido odiando la historia, odiando lo que la película muestra en su selección de acontecimientos; odiándola por todos los recuerdos de mi existencia con los que me ha golpeado, puesto que el camino hacia la pareja, en lo que a mí respecta, ha sido un campo sembrado de minas anti personas.

  

(1) Suave es la noche (Tender Is the Night, EE.UU., Twentieth Century Fox, 1962, 146 minutos, color). Director: Henry King. Guión: Iván Moffat, basado en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald. Protagonistas: Jason Robards Jr., Jennifer Jones (primera en los créditos). Destacan además: Joan Fontaine, Tom Ewell y Paul Lukas, e interviene con acierto Jill St Jhon. Oscar a la Mejor Banda Sonora / Canción original por la espléndida Suave es la noche de Sammy Fain (música) y Paul Francis Webster (letra). Ganó el National Board of Review / EE.UU.: Jason Robards Jr como Mejor Actor. No puede dejar de resaltarse la música original de Bernard Hermann, ni la belleza de la fotografía (la Costa Azul francesa, Zurich…) de Leon Samroy. Una película que las parejas en amor deben conocer, debatir. En España puede conseguirse en DVD.

 

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