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si es amor que sea de cine

AMOR ES AMOR CORRESPONDIDO

Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)

 

Este 30 de diciembre al mediodía he visto, a solas en mi habitación, Cautivo del deseo[1] (EE. UU., 1934), por supuesto en versión original subtitulada. A estas alturas intento no sentarme en compañía ante melodramas, ni ante tragedias sean cinematográficas o sean teatrales –decisión que es un resultado de la experiencia.

El cine llegó a mi vida en mi niñez, en los años cincuenta, por lo que las películas de la década del cuarenta, las de la del treinta, no me parecían actuales, las sentía de un pasado desconocido, y no me interesaban, como tampoco las del cine mudo. Si al ir creciendo en algo incorporé, a mis gustos y a mis programaciones, el cine mudo –fundamentalmente por la genialidad de sus cómicos–, por el contrario el cine de los treinta y los cuarenta he venido a verlo con frecuencia y a disfrutarlo ya en este nuevo siglo, tantos años después. De allí que pudiendo elegir, el hecho de seleccionar Cautivo del deseo no deja de ser, en mi caso, una excepción. Desde luego influyó el que sea un melodrama, influyó la presencia de una Bette Davis que tanto demoró en gustarme para luego considerarla una gran actriz, e influyó la síntesis argumental incluida en la contraportada de la edición –que no me parece lúcida–, y la génesis narrativa. Porque más allá de la innegable calidad del inglés Leslie Howard, que es el auténtico protagonista de este film, nunca elegiría una película por su presencia, una, para mi gusto, un tanto distante y de ridículo aspecto en sí misma.

Nunca se me han dado los otros idiomas, quizás por mi obsesión en cuanto al castellano, quizás por mi educación bilingüe impuesta en la primaria en un colegio protestante de origen norteamericano episcopal, quizás por mi timidez o por mi temor al ridículo. De donde no soy el más indicado para señalar la traición, y cuánta, que la traducción en España, para la distribución y la exhibición, hizo al título original Of Human Bondage al nombrar a este film: Cautivo del deseo. Mucho más cercano al tema y argumento de la película, a mi juicio y cómo no, el título brasileño Servidão Humana (Servidumbre humana, en castellano, y traducción del título de la novela que adapta de Somerset Maugham, historia con innegables elementos autobiográficos).

Traición porque Of Human Bondage, la película, no es una película sobre el deseo, y menos sobre el deseo sexual, ni, como se afirma, sobre la pasión, sino acerca del “amor”, y aún más, acerca del amor mal entendido como humanidad dependiente, o solidaria, o todo eso y más como conjunto. Una película sobre el compromiso mal focalizado más que sobre la servidumbre del amor no correspondido. El título, por tanto, debería ser La esclavitud de lo humano o De la esclavitud humana, pero, como ni uno ni otro serían suficientemente atractivos, acepto lo de Servidumbre humana, que sí, lo sé, no es tan espectacular y convocador como Cautivo del deseo.

En cuanto a todo lo que estructura a Of Human Bondage: De lo magnífico. Señalar sí que la presencia, igual monumental, de Bette Davis está en un estilo de actuación distinto a las restantes, y que esto no tiene que ver únicamente con su personaje y sus características, sino con un cierto inscribirse en los modos tan necesariamente remarcados del cine mudo, obviedades que en una película sonora son excesivas y que en ésta sólo se sostienen por el magnetismo y la riqueza mímica de la actriz, bella y joven en 1934 –con 26 años de edad–, y, como Mildred, nominada al Oscar por primera vez.

Nunca cuento argumentos si de lo que se trata es de referirse a una película y recomendar el verla. Escribo esta nota para reiterar que no hay que “amar” a quien no nos ama, que el deslumbramiento no es el enamoramiento y el enamoramiento no es el amor. Y no me detengo en algo tan importante, decisivo, poderoso y enloquecedor  como lo del sexo porque este film no tiene lo sexual –de lo que sí que hay presencias– como centro. Cuando el enamoramiento no es recíproco no hay posibilidad de amor, porque el amor de la pareja es lo que dos, que se aman el uno al otro, construyen. Y cuando al no amor se añade el desamor manifiesto, la manipulación, la deslealtad, el desprecio, entre más negativo, hay que sacar de nuestra vida a quien podríamos amar pero no nos ama ni nos amará, y hay que hacerlo con determinación, con firmeza, de modo tajante, total.

 

[1] Cautivo del deseo (Of Human Bondage, EE.UU., 1934, RKO Radio Pictures, 83 minutos, B/N). Director: John Cromwell -quien también dirigió La diosa-. Guionista: Lester Cohen, sobre una novela homónima –en inglés– de Somerset Maugham. Protagonista: Leslie Howard. Coprotagonista: Bette Davis. Con, entre otros: Frances Dee, Kay Johnson, Reginald Denny, Alan Hale. Fotografía: Henry W. Gerrad (B&W). Música: Max Steiner. En España puede conseguirse en DVD.

 

 

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