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si es amor que sea de cine

EL AMOR INSTAURA SU PROPIA BELLEZA

Francisco Garzón Céspedes (Cuba/España)

 

Hoy, caminando por el barrio, de pronto me sorprendió que un muchacho y una muchacha, abrazados en plena acera de la calle más concurrida de la zona, se besaban intensamente, algo no tan habitual en ese lugar y a esa hora. Me fije en la edad del muchacho, que era de quien veía el rostro, moreno y con cabello negro: Algo más de veinte años. Al cruzar por su lado me llamó la atención que a una mano de ella le faltaba cuando menos un dedo y que las cicatrices parecían subir por el brazo y, seguro, marcaban la mitad del rostro –que alcance a vislumbrar porque se movieron sin dejar de besarse–. El muchacho era delgado, alto, bien parecido y desplegaba una vitalidad arrolladora. Me conmovió el amor transparentado, me conmovió tan profundamente que se me nubló la vista y me detuve. Ése es el amor en que he creído desde la niñez y en el que nunca he dejado de creer. Recordé una película con una historia seguro muy diferente, pero con alguna relación: El espejo tiene dos caras[1] (título en Iberoamerica), con la excelsa caracterización de Michèlle Morgan, la estrella del cine francés de los cuarenta, los cincuenta y para siempre, nacida en 1920. La realidad de una mujer, obsesionada con la imperfección de su rostro, que se somete a la cirugía plástica a escondidas de su esposo para enfrentarse a posteriori con que éste… No contaré más porque intento no revelar todo lo esencial argumental, y, mucho, no revelar, lo clave, y porque sólo vi la película una vez en la adolescencia y han pasado muchos años. Como curiosidad: Hay un remake, muy libre, con poco del argumento original, más centrado en el tema de la belleza física o no, y dirigido por Barbra Streisand en 1996 con el título de El amor tiene dos caras. El amor instaura la belleza. Su propia belleza. Quizás porque... el amor es la belleza.

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[1] El espejo de dos caras (Le miroir à deux faces, Francia, 1958, 96 minutos, blanco y negro). Director: André Cayatte. Guionistas: André Cayatte y Gérard Oury –guión–, Jean Meckert y Denis Perret –diálogos–. Protagonista: Michèlle Morgan: Con: Bourvil. Entre otros actores y actrices destacados, el privilegio de que aparece Sylvie (Louise Sylvie, 1883/1970), de no perdérsela, cada vez y por ejemplo en La vieja dama indigna (1966, del cuento escrito por Bertolt Brecht, film dirigido por René Allio y con una canción tema de Jean Ferrat, "On ne voit pas le temps passer", que recorrió el mundo). En España no he encontrado estas dos películas en DVD.

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